Desde pequeño la idea de ir a la biblioteca siempre fue
emocionante, pero no tanto como lo es ahora.
Cuando era aún más pequeño que ahora las visitas a la
biblioteca siempre fueron constructivas. Algún libro como “Encuentra a Wally” o
“Tiburones” siempre me causaron querer seguir leyendo, pero hoy en día ese
hábito lo he perdido en muy gran medida, o por lo menos eso pensé hasta que
conocí la biblioteca de la universidad. Nunca, mas que en las películas, había
tenido la oportunidad de estar en una biblioteca tan grande como la de la uni,
donde parece que la cantidad infinita de libros pasan a un segundo plano por
los tantos servicios que ofrece la universidad, salas de estudio para grupos,
sala de conferencias, aula para exámenes profesionales, pinturas, libros
antiguos de más de cien años, etc.
La biblioteca hace querer estar ahí todo el día, no solo
para leer o estudiar, incluso puedes (si estas cansado o no) ir a “echar un
coyotito” o simplemente estar sentado escuchando música sin que nadie este
interfiriendo.
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